Cuando anunciamos nuestra intención de adquirir Georgia-Pacific en 2005, tomó a mucha gente por sorpresa. Después de todo, Koch se consideraba una empresa petrolera y no tenía antecedentes en la industria de la pulpa y del papel. Pero como expliqué el año pasado en mi folleto sobre los ciclos victoriosos, creemos que GP encaja en nuestras capacidades de empresas de procesos. Más de 15 años de propiedad han validado esa creencia.
Steve Feilmeier, nuestro nuevo director financiero en aquel momento, se lo pasó bien explicando todo esto a los medios de comunicación y a los analistas: “Hay dos cosas seguras: la muerte y los impuestos. Pero la siguiente cosa más segura parece ser el papel higiénico. Creemos que la demanda debería ser bastante estable, independientemente de lo que ocurra en la economía”.
Nunca en mi vida me había imaginado que la gente acumularía papel higiénico. Pero la pasada primavera, cuando el miedo a la COVID-19 provocó órdenes de confinamiento, parecía que todos los rollos de todas las estanterías desaparecían de la noche a la mañana. Las sopas enlatadas también desaparecieron, además de los pañales, el agua embotellada y el desinfectante de manos. El cambió no acabó aquí.
Despegaron menos aviones y circularon menos coches, lo que redujo la demanda de la producción de gasolina, etanol y, sobre todo, de combustible de aviación de FHR. Una fuerte caída de las ventas de automóviles hizo lo mismo con los negocios de fibras y polímeros para airbags de INVISTA. El repentino parón de las nuevas construcciones comerciales e industriales supuso un duro golpe para los mercados del vidrio arquitectónico de Guardian y para los servicios de diseño y construcción de KES.